Como cabe esperar, la principal fuente de información fiable para los pacientes son los profesionales sanitarios, dentro de ellos destacan los médicos, aunque con la era de la digitalización se recurren a otras fuentes informativas:
- Internet, la más habitual para consultar información de salud
- Libros de divulgación
- Asociaciones de pacientes
- Pacientes conocidos afectados
- Formaciones, talleres y eventos
Más de la mitad de las consultas que se realizan en Internet acaban en webs privadas como pueden ser de empresas de salud, campañas de seguros privados, servicios relacionados con la alimentación y el deporte, etc.
Sin embargo, las webs que generan mayor confianza son las de instituciones públicas y las que incluyen documentación científica, opiniones de profesionales sanitarios, etc.
Cuando hacemos una búsqueda sobre un tema específico, ¿debería aparecernos en primera posición el resultado de la entidad pública sanitaria?
Podría ser adecuado, sí, pero podría producirse un importante sesgo en función del partido político que gobernase, las tendencias del propio equipo de comunicación, etc.
Democratizar la información es útil pero los agentes de salud pública deberían tener un papel muy remarcado en el mundo digital y, claro está, esto no sucede.
¿Es adecuado que los pacientes utilicen estos medios?
Las opiniones son dispares, pero tenemos claras tres perspectivas desde las que responder a esta cuestión:
- Internet genera un empoderamiento en la población que mejora y transforma le modelo vertical de información en un modelo más horizontal. Una transición del modelo profesional-paciente muy diferente
- El paciente informado no es un problema, no desafía al experto y cuestiona el monopolio técnico. Lo cual no debe preocuparnos como sanitarias.
- La profesionalidad no se ve cuestionada ni es un riesgo en esta diferente relación agente-paciente, un cambio, una alteración no es un problema, simplemente, se aborda de forma distinta.
Qué hace la información de salud en Internet
Primeramente, hace que los pacientes crónicos puedan llevar un mejor autocontrol de su enfermedad, lo que deriva en un ahorro en los recursos, en medicamentos, en consultas externas, etc. Y mejora la adherencia la tratamiento y la mejora del estilo de vida.
Las personas que utilizan las redes digitales como fuente de información sanitaria tienden a ser mucho más participativas en cuanto a la toma de decisiones sobre su salud que las que no lo hacen.
Por otro lado, esta participación hace que el grado de satisfacción mejore respecto a la atención sanitaria recibida.
Podemos encontrarnos algunos problemas con las brechas digitales de ciertos grupos de población, bien más envejecidos o desfavorecidos. Pero lo que está claro es que las personas, cuando nos referimos a enfermedad, deseamos tener toda la información detallada sobre la misma y ejercer un rol activo en el proceso.
De aquí que los foros y los grupos de debates de pacientes sean tan activos y, además, se ofrezca apoyo emocional y social.
Por último, tenemos que tener en cuenta que estos canales contribuyen a descongestionar las consultas físicas de los profesionales sanitarios. Se puede recurrir a resolver dudas muy específicas, información mucho más concreta, que a veces como profesionales no llegamos a dar, bien por tiempos, bien por el formato de la visita.